martes, 25 de junio de 2013

La naturaleza como medio ideal para la recuperación de la atención



En psicología se distinguen dos tipos de atención: la atención voluntaria o dirigida y la atención involuntaria.
La atención voluntaria es una atención selectiva en la que se hace un esfuerzo de concentración y  enfoque constantes en aquella actividad o tarea que estemos realizando. Mientras, la atención involuntaria es aquella que surge de manera espontánea y sin esfuerzo por nuestra parte cuando realizamos alguna tarea o fijamos nuestra atención en algo que nos fascina, que es de nuestro interés, que nos motiva, y por tanto, nos absorbe.
Una atención voluntaria o dirigida prolongada en el tiempo genera lo que se denomina “fatiga mental”. Este tipo de atención no sólo genera fatiga por el esfuerzo en sí misma, sino además tiene un coste extra al traer implícito la activación de las regiones cerebrales encargadas de evitar las distracciones, que inhiben la tendencia a pensar en otra cosa.
Como cada uno de nosotros se habrá dado cuenta, el ritmo de vida actual y el exceso de estímulos y de información al que estamos expuestos a diario hace que ese esfuerzo, esa atención dirigida sea cada vez más complicada de prolongar en el tiempo. Iternet, e-mails, el teléfono móvil, las redes sociales, los ruidos de la ciudad, la cantidad de productos que tenemos a nuestra disposición y que tenemos que seleccionar, y un largo etcétera; todo ello hace que muchas veces nos encontremos “saturados” y necesitemos un respiro o momentos de desconexión.

Aquí es donde juega un papel importantísimo el contacto con la naturaleza y el trabajo en entornos naturales y al aire libre. Ya en 1899, Max E. Witte, director del principal hospital de salud mental de Iowa, dejó constancia de la importancia de potenciar la atención involuntaria para la mejora de los procesos mentales, y cómo la jardinería y los trabajos en granja cumplían un papel fundamental en ello. Witte observó en miles de pacientes que el contacto con la naturaleza ejercía un efecto profundamente beneficioso para los procesos mentales. 

Teoría de recuperación de la atención

 Stephen y Rachel Kaplan desarrollaron esta teoría proponiendo la naturaleza como un entorno ideal en el que recuperarnos de la fatiga mental. Esta restauración cognitiva es propiciada por la naturaleza gracias a su capacidad para suprimir la carga de cualquier esfuerzo inhibitorio requerido en el mundo moderno.


Esta teoría propone cuatro componentes que presentan los entornos naturales y que hacen posible esa recuperación de la atención:
-          La sensación de estar lejos aunque físicamente no lo estemos. Una simple visualización de la naturaleza hace que nos evadamos de aquello que estamos haciendo.
-          La fascinación por el mundo natural que es innata en nosotros y no supone esfuerzo alguno.
-          El sentimiento de estar en un mundo completamente diferente. Un entorno natural lo suficientemente amplio que abarque todo nuestro campo visual nos transporta aunque estemos en un parque en el medio de una gran ciudad.
-          El sentimiento de conexión con elementos naturales. Existe una especial resonancia entre dichos elementos y los seres humanos.
Estudios posteriores han ido confirmando y asentando esta teoría.

¿Por qué es importante la restauración cognitiva?
Si el cerebro mentalmente fatigado no se recupera de  forma adecuada, los resultados no serán óptimos:
-          La fatiga mental disminuye nuestra capacidad para ignorar información irrelevante, magnifica lo que no es importante y nos hace más proclives a las distracciones.
-          Cometeremos más errores y no seremos capaces de reconocer fallos que reconoceríamos fácilmente si nuestro rendimiento mental fuera óptimo.
-          Disminuye la habilidad para planificar de antemano, para ser flexibles con nuestros pensamientos y para tener visión de los detalles.
-          En un estado de fatiga mental nuestros pensamientos y actitudes serán como si llevaran piloto automático, por lo que seremos menos capaces de abordar una nueva situación o información.
-          Puede reducir la actividad física. La fatiga mental genera un cuerpo cansado, esto hará que al realizar ejercicio físico lleguemos  con mayor rapidez al nivel máximo de esfuerzo y la percepción del esfuerzo será significativamente más elevada. Esto ofrece una explicación de por qué es tan difícil que las personas mentalmente estresadas salgan de casa y hagan deporte.
-          Un exceso de trabajo que requiere una atención cognitiva durante demasiado tiempo  es la situación óptima para que aparezca la ira y la impulsividad.
El destino final de la fatiga mental no tratada es el agotamiento, la ansiedad, la depresión y la mala salud. Y, por la misma razón, el estrés crónico, la ansiedad, la ira y la depresión hacen que un individuo sea más vulnerable a la fatiga mental. 

Naturaleza y cognición
La naturaleza es sin duda un buen medio para mejorar la actitud mental y reducir la carga de estrés en nuestro organismo, y, como tal, el hecho de mantener el cerebro lo más activo posible durante el proceso de envejecimiento ejercerá beneficios a largo plazo. La naturaleza, tiene el potencial de fomentar el crecimiento y reestructuración continuada de las células cerebrales a lo largo de toda la vida, y mejorar así la llamada “plasticidad cerebral”.
Se ha demostrado que pasear por el bosque (en comparación con los paseos urbanos) se asocia a un aumento significativo  del neuroesteroide DHEA (dehidroepiandrosterona). Este neuroesteroide disminuye con la edad y se ha demostrado que su administración mejora el rendimiento cognitivo. Asimismo, el cortisol (generado fruto del estrés y la ansiedad) interfiere en la producción de DHEA, por lo que el estrés de la vida urbana no se lleva bien con la salud cognitiva.
Se realizó un estudio en el que se comparó grupos de urbanitas sanos y bien alimentados de sesenta a ochenta años con sus equivalentes rurales, y se encontró que  los residentes rurales obtenían mejores puntuaciones en los test mentales utilizados para evaluar el desgaste cognitivo y el deterioro cognitivo clínicamente relevante durante el proceso de envejecimiento. También se detectó que los residentes urbanos presentaban un mayor nivel de marcadores de estrés oxidativo en sangre, asociado en gran medida con el deterioro cognitivo.
No se sabe hasta qué punto los parques, jardines y bosques urbanos pueden ayudar a amortiguar el deterioro cognitivo asociado a la edad. Sin embargo, hasta el momento todo indica  que la naturaleza puede mitigar el deterioro cognitivo en  entornos urbanos.

Bibliografía

  • Kaplan R (1973) ‘Some psychological benefits of gardening’ Environment and Behavior 5 (2), 145-162. Citado en Ealing (2006) ‘People–plant interaction: The physiological, psychological and sociological effects of plants on people’ En Farming for Health. The Netherlands: Springer, 43-55
  •  Kaplan S (1995) ‘The restorative benefits of nature: toward an integrative framework’ Journal of Environmental Psychology 16, 169-182
  • Selhub E. M. & Logan A. C. (2012). El poder curativo de la naturaleza. Barcelona: RBA Libros. 

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